viernes, 2 de mayo de 2008

37. Cuentos infantiles.

¿Conoceis el famoso programa Art Attack? Entónces sabreis quién es El Cabezón, esa especie de estatua que habla y mueve la cabeza a todos lados. En realidad os voy a contar una historia del Cabezón, pero no el del programa de la tele, sino el auténtico, Antonio Garrido.
En un día de aburrimiento en clase de francés, decidímos medirnos la cabeza. Todos rondábamos entre los 57-58 cm, todos... menos Garrido (62 cm). Entonces pensé: "Pobre Filo... que parto más duro", y recordé que Garrido había pasado, no nueve, sino diez meses en el vientre de la Filo. "Pobre Filo... que parto más duro", volví a pensar. Dedicando toda su vida a sus estudios (porque si no la pobre Filo le esconde la Play Station), siguió creciendo y creciendo hasta llegar a los 62 cm (de cabeza, que tampoco es tan bajo). "Quisiera ser tan alto como la luna", soñaba. A los cuatro años, nació su hermano, que actualmente miden lo mismo. Con diez y ocho años aproximadamente, vivieron una experiencia traumática: su padre los echó de su casa. Imaginaos a las dos criaturas sentados en el portal de su casa, sin saber qué hacer, desesperados por entrar, ¡qué situación!
Pasados los años, la Filo ha impuesto su ley. Desde aquella experiencia, los dos hermanos han cambiado... no física mente, pero han cambiado. Con el tiempo, el amor se convirtió en "vete de aquí", al parecer la Filo tiene ya planeado que la habitación del Garrido va a ser una terraza, y pronto. Garrido ya no tiene donde dormir, pero seguro que su kaiser (su perro) le hace un hueco.
Hoy en día las cosas siguen igual, pequeñico y cabezón. Incluso fuera de su casa, lo tratan igual: hace unos días, Garrido llegó a la clase, puso su cartera sobre la mesa al lado de la del Chema, y fue a soperear. Mientras tanto, Pedro Pedro, miraba la cartera del Garrido en lo que se suponía que era su sitio, y con toda la maña del mundo, cogió la cartera y la puso en la mesa de atrás para sentarse él. Ya no hay respeto ni de Pedro Pedro, la confianza da asco. Garrido, desplazado de su sitio y atónito, se tuvo que ir.
Ya no lo quieren en su casa, y ni el Pedro Pedro lo quiere. "Pobre Filo... que parto más duro", volví a pensar, lo que tiene que aguantar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiijoputaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa greeeeeeeeeeeeeeeego
jajajajajajajaajjaajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaamistaaaaaaaaaaaaaaa

Anónimo dijo...

k malooooooooooooooooo, como t pasas. k lastimaaaaaaaaaaaa d mi cuñao!!!!