No sé si sabeis, que normalmente, no muy a menudo, las puertas de las casas se cierran. Por lo visto, el Edu no lo tiene muy claro. Una de esas noches que se deja la puerta abierta en casa de Edu, cómo es normal y rutinario, entró un perro sin llamar al timbre. Pero no un perro cualquiera, se no taba que no pasaba hambre. El perro sin pensarlo, se dirigió a una habitación de donde provenía un hermoso y embriagador olor seguramente a queso, la habitación del Edu. Una vez allí, se encontró con otro animal más peludo, salvaje y grande que cualquier otro animal peludo, salvaje y grande. Ese animal emitía unos sonidos desconocidos para el perro, así que se acercó y empezó a lamerlo. Cualquier persona normal, se habría sorprendido de ver un animal merodeando por su casa a esas horas de la noche y a cualquier hora. Claro que, ese animal peludo, salvaje y grande es el Edu, y al ver a ese ser gigante, pero menor que él, lamiendolo, solo se le ocurrió acariciarlo. Cuando se cansó, en vez de preguntarse cómo había entrado y sacarlo fuera, lo empujó y dijo: "quita dakí", y el perro siguió su camino por la casa. La siguiente y última parada fue la habitación de sus padres, donde una persona normal se asustó y llamó a su valeroso hijo Edu para que lo sacase a la calle. Esta vez, cerró la puerta.
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